martes, 26 de octubre de 2010

Revolución Francesa.

La Revolución Francesa.
La interpretación conservadora es la más antigua, ya que es la visión de los conservadores monárquicos. Durante mucho tiempo fue la más generalizada. Su juicio de la revolución se fundamenta en la crítica a los hechos concretos, apelando a los valores tradicionales, cuando no naturales, que se vulneraron durante la revolución.
Para los liberales, la Revolución francesa comienza con el mismo acto revolucionario: la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente el 17 de junio de 1789. Se trataba de liquidar de un golpe la representación particular de los intereses de los estamentos privilegiados.
Esta interpretación mitifica el periodo de la Monarquía Constitucional y hace un repudio absoluto de la época de la Convención, no sólo del Terror.
La interpretación de los socialistas franceses hace una gran aportación al conocimiento de los antecedentes y a la situación previa a la revolución. Esta labor se lleva a cabo desde la Sociedad de Estudios Robesperristas, que publica las crónicas históricas de la revolución francesa.
La interpretación marxista-leninista estuvo, hasta los años sesenta del siglo XX, restringida a la Unión Soviética y su entorno, pero desde esa época se extendió por todo el mundo. Es un análisis que se fundamenta en el materialismo histórico. Concibe a la Revolución francesa como una, la primera, revolución burguesa, a la que temporalmente se unieron el campesinado y el proletariado, así como los pequeños burgueses, para derrotar al sistema feudal absolutista. La revolución fue, así, resultado de la lucha de clases.
La interpretación estructuralista se centra en tratar de solucionar los problemas específicos, como los que se observan en la economía, la sociedad, el derecho o las instituciones. Pretende una interpretación del conjunto de los hechos de la revolución y con múltiples puntos de vista.

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