martes, 16 de noviembre de 2010

La formación de la opinión pública.

Desde los años treinta del siglo XX, primero en Estados Unidos y, poco más adelante en Inglaterra y Europa continental, comienza a hacerse explícito el interés por el fenómeno de la “Opinión Pública”, debido a la extensión de los llamados “estudios de opinión”, al menos en lo que ha sido su forma predominante: la encuesta estadística. Y debe ser que “eso” de la “opinión pública” importa; si no, ¿cómo justificar los cuantiosos gastos que las distintas administraciones, gobiernos, partidos políticos, medios de comunicación y otras entidades dedican a la realización de dichos estudios?
Sin embargo, estos desarrollos se han producido no sin dificultades debido a la naturaleza de lo que se pretende conocer: la opinión pública. Normalmente, al tratar de definir este término, se generan grandes problemas para llegar a una definición consensuada entre los distintos autores del tema que, desde los años treinta, reflejarán en sus escritos, tanto el debate que suscita la relación entre los conceptos de actitud y opinión, como el reconocimiento de las limitaciones de los instrumentos metodológicos con que se contaba hasta ese momento (básicamente escalas de actitud y encuestas), para reflejar cuantitativamente entidades difícilmente objetivables (¿qué se logra medir realmente?).

De aquel debate, todavía no resuelto, parece haber quedado de manifiesto que la “actitud” es una “tendencia a actuar” relativamente estable que el individuo abstrae de su cultura o de un grupo de experiencias; en cambio, la “opinión”, aunque parece llevar implícita una actitud, sería más bien la expresión pública sobre un tema controvertido, fundamentalmente a través del lenguaje, pero también por gestos, signos o símbolos. Sería erróneo considerar que la opinión pública es una fuerza constante con características permanentes, ya que, más bien al contrario, tendría un carácter dinámico: se trata de una diversa y cambiante forma de expresión social. Debido a que la opinión tiene su origen en distintas esferas de la sociedad, puede adoptar distintas características según las circunstancias, y exhibir, como hemos dicho, distintas formas de expresión. Por ello, encontramos autores que hablan de la perspectiva situacional al referirse a la opinión pública, considerando como “público” la colección de individuos que realmente forma y expresa opiniones sobre un tema específico en un momento concreto. Dado que las condiciones de la población cambian de situación a situación, las características de la opinión pública cambian de un contexto a otro, de forma que las variaciones que ésta experimenta se explican como resultado de las interacciones entre creencias, valores de los individuos y condiciones sociales y políticas.

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